Cada queso a su tiempo…
Este post -como otros cuantos últimamente- está íntegramente dedicado a los cheeselovers -se nos ve el plumero, ¿no?-. Porque si de verdad sois adictos al queso, ¿a que os pasaríais todo el día comiéndolo? Pues si os da por hacer algún ‘cheessing’ day, os ayudamos a saber cuál es el más adecuado para cada momento del día según su tipo, curación… ¡aunque hay estómagos para todo, claro!
Desayunar con un buen queso puede ser una forma maravillosa de cargarse de energía y vitalidad. Para quienes necesiten algo ligerito por la mañana son ideales los quesos frescos tipo ricotta o de texturas suaves que nos recuerden a la nata. Los cremosos que son suaves pero con personalidad son el complemento perfecto para nuestra tostada y para añadir a una fruta o frutos secos. ¿Habéis probado nuestro Tetilla D.O., o el de La Cabezuela, con leche de cabra de Madrid? Este es más potente, va genial para despertar.
Si estamos teniendo un mal día, un aperitivo con Provolone al horno puede arreglarnos el resto de la jornada… y si está siendo MUY malo, incluso un Zamorano, o un Idiazabal D.O. con un buen vino te saca la sonrisa seguro. Es la hora perfecta para cualquier queso de corte -más o menos curado- con aceite o acompañado de unos picos de pan.
Llega la hora de comer y seguimos pensando en el queso, que para eso tenemos el día monotemático. Aquí hay discordancia según la zona del país que seamos, ¡y hasta de la casa si nos apuráis! ¿Lo tomamos antes de comer o después? ¡Pues hoy antes, durante y después! Para que nadie se queje…
Antes: empezamos con una tablita del Ahumado de Pría, Gouda, Emmental… quesos tiernos, aromáticos, que nos despierten el apetito pero no demasiado fuertes para que no enmascaren la comida.
Durante: ¿sabías que el Reblochon es ideal para hacer salsas y croquetas? Estas quedan de lujo también con un Cabrales D.O.P. -aunque lo estábamos dejando para el postre con membrillo… pero nadie nos prohíbe ‘abusar’ de él-; y se nos ocurre hacer una pasta con salsa de Gorgonzola y Mascarpone y rallarle encima Parmesano Grana Padano, ¡que nos bañaríamos en él si pudiéramos!
Después: para los que no lo quisieron de entrante -o para quien escribe estas líneas, que va picando en todas las horas…-, el queso puede ser un gran postre en sí mismo, y aquí, ya que hemos ‘terminado’, podemos ponerle un broche más intenso con un Camembert, Torta del Casar D.O.P. untada sobre un buen pan candeal; o bien estar ¡dentro del postre! Ya os dimos en su día la receta de la Tarta de Mascarpone, aunque aquí la creatividad abunda y hay quien las hace hasta con azules y ahumados. ¿Y qué nos decís del típico Requesón con miel y nueces? ¿O un flan de queso?
Bueno… ¡merendamos, ¿no?! Que ya estamos haciendo hambre… Un bocata de los de antes, en pan de pueblo, con Queso Manchego Artesano Curado D.O. recarga las pilas gastadas durante la mañana en el cole o el trabajo y si lo tomamos con aceite y una caña en una terraza, solo necesitamos un palillito y buena compañía para ser felices.
Y cuando cae la noche nos relajamos… abrimos una botella de vino, nos servimos una copa, y cortamos un poquito de Pont L’Evoque D.O. para una ensalada con espinacas e higos -un dadito para la ensalada, otro para mí, uno para la ensalada, otro para mí…-. Si tenemos la suerte de poder recibir visitas en casa, os vamos a dar la clave para que la cena sea un éxito. ¿A quién no le gusta una Raclette con embutidos o una Fondue con carne? Sí, ¡de la carne también nos encargamos nosotros, claro! Lo ideal para mojar en ella es el solomillo de cerdo.
Vale, ahora creo que sí estamos bien llenos y rellenos de queso, a punto de ‘fundirnos’ con el sofá. A ver si somos capaces de dormirnos. Nos va a tocar contar ovejitas… que por cierto, ¡¡dan unos quesazosss…!!