Casquería episodio III: rumbo a Asia
Os prometimos una tercera entrega casquera y aquí está. Nos alegra saber que seguís teniendo estómago para volver a leernos, así que ¡bienvenidos a bordo! Abrochaos los cinturones que este viaje va a ser más largo y seguramente más truculento, porque vamos a descubrir los ‘entresijos’ de la gastronomía asiática, donde ya sabéis que consumen ingredientes un tanto alejados de lo habitual en nuestra cultura. ¿Despegamos? Quién sabe, igual descubrimos algún manjar…
Puede que los billetes estén relativamente baratos, pero como no vemos muy claro lo de ponerse a trotar mundos ahora mismo, ‘viajamos’ con el paladar y así, cuando compremos el billete de verdad, ya vamos prevenidos de lo que queremos probar y lo que no nos interesa ni en pintura. Antes de nada, hacemos dos pequeñas escalas para que no se nos quede nada en el tintero casquero…
La primera paradita es en Irán, donde nos ha llamado la atención que aprovechan la oveja tanto como nosotros el cerdo. Allí son muy populares ciertos tipos de kebab con lengua, patas, hígado, corazón, pulmón, criadillas y riñones -seguro que algún órgano de estos nos cuelan también aquí en esas misteriosas columnas carnosas-. Los intestinos y el estómago los cuecen; y los sesos, la lengua y las articulaciones de la rodilla los sirven en un plato muy común llamado kale pache. Se hacen cocidos en agua con judías y… ojo al dato, ¡que se toma para desayunar! Lo ‘ka les pache’ es que así empiezan el día bien cargados de energía, ¡claro que sí! [Perdón…]
La segunda y última escala, en Australia, porque nos parece interesante que allí, por ley, cualquier producto que contenga casquería o derivados (tipo sangre, médula, timo…) tienen que ir perfectamente ‘declarados’ en las etiquetas. A ver si nos encontramos lo mismo en el destino final del viaje…
Venga, aterrizamos directamente en China e intentamos quitarnos los prejuicios porque seguro que hay platos que os sorprenden e iríais a pedirlos al restaurante del barrio. Muchos se elaboran con cerdo, ya que es la carne que más consumen. A ver, ¿no os comeríais unos riñones e hígado salteados con salsa de ostra, jengibre y cebolleta? ¿Y unas rodajas de intestinos fritos mojados en salsa de judía dulce (zha fei chang) o lengua de cerdo con sal y aceite de sésamo? Pues estas dos últimas, por ejemplo, son muy habituales en los puestos callejeros; y también las tiras de oreja braseadas con salsa de soja, especias y azúcar…¡Yummyyy! Muy popular -y más antigua que el chotis… unos 900 años más- es su sopa de sangre de cerdo, que en Shanghái han ‘tuneado’ convirtiéndola en el suan la tang, una sopa agridulce a la que le han añadido ingredientes más populares como el bambú, tofu, carne… y simplemente se sazona con la sangre. Hasta ahora todas las ‘sorpresas’ han sido bastante apetecibles, ¿verdad? Pues en Hong Kong sirven patas de pollo y pato cocinadas de diferentes maneras (seguro que si habéis ido a algún restaurante en Usera las habéis visto); y el ap kerk jat es un trozo de jamón con shiitake y vejiga natatoria envueltos en una hoja de tofu seco junto a las patas del pato que se cuecen al vapor. Porque sí, no hablamos mucho de ello porque no nos atañe, pero los peces también tienen casquería y allí usan hasta los labios de pescado para hacer sopa por ejemplo. Estamos seguros de que internet no nos lo cuenta todo, así que si estáis por allí y queréis mostrarnos más curiosidades de su gastronomía ‘interna’, os lo agradecemos.
Seguimos dando saltitos en el mapa: en Malasia e Indonesia consumen el pulmón de vaca o cabra espolvoreado con cúrcuma, frito y acompañado de arroz (lo encontraréis como nasi lemak); y la lengua de ternera o cabra frita en rodajas y con salsa picante. En Pakistán también son muy ‘de cabra’ y se comen hasta las ubres y las criadillas. En el sur de la India tienen un plato de aroma muy fuerte -nos lo esperábamos, la verdad- que se llama rakti y está hecho con vísceras y cartílago de cerdo muy picantes. Nos vamos a Filipinas en busca de otra sopa de sangre, que se ve que se llevan bastante… la suya se hace con intestino de cerdo, carne y a veces orejas y carrillos -con base de vinagre y pimiento chile verde- llamada dinuguan. En Vietnam se solía ofrecer clandestinamente a los turistas occidentales más pudientes sesos de mono. Queremos pensar que ya no se hace, aunque nunca hemos pasado por allí abanicándonos con billetes para comprobarlo…
Si vais a Corea, por muchas ganas de helado que tengáis, tened en cuenta lo que allí se conoce como ‘sundae’ porque se parece más a una morcilla que al chantilly con topping de chocolate. Es intestino delgado de vaca o cerdo hervido y relleno con sangre, fideos condimentados y verdura. ¿Le ponemos cacahuetes por encima a ver cambia la cosa? En los puestos callejeros es fácil encontrar corazones, asaduras y patas de pollo a la parrilla. Cabe destacar que tanto aquí como en China muchas de estas piezas son utilizadas como remedios medicinales -no hemos encontrado nada sobre los ojos de tritón…-, así que si os ponéis malos yendo de mochileros, es fácil que acabéis comiendo algún órgano vital ajeno -animal, se entiende- en una aldea. Llevad un blíster de paracetamol por si acaso.
Y acabamos el viaje en Japón, donde ya sabéis que tienen mucha fama de pulcros, y al parecer son bastante escrupulosos con las vísceras de animales grandes. Incluso del cerdo, a mediados del siglo pasado, solo consumían los músculos principales y rechazaban la cabeza, las patas y el resto de órganos internos. Lo que sí comen por ejemplo son asaduras de pollo en modo brocheta… ¡casquería light!
¿Qué tal ha ido el vuelo? Sin demasiadas turbulencias, ¿verdad? Hemos visto cosas peores por Noruega…Bueno, ¿preparados para volver a casa, bajarnos al bar de la esquina y pedirnos una de callos? Pues a juntar los chapines de rubíes.