Comerse un filete y contribuir al cambio climático a la vez, es posible

Comerse un filete y contribuir al cambio climático a la vez, es posible

Los alimentos que elegimos influyen directamente en nuestra salud pero también afectan al medio ambiente. Cada vez es más importante -y por suerte se ha puesto de moda-, buscar todo tipo de alimentos con garantías, tanto para reducir el impacto sobre el planeta como para cuidarnos más. Y una de los sectores que más ayudan a esta doble labor es la ganadería sostenible.

¿Pero qué es la ganadería sostenible y en qué se basa? Pues se trata de un conjunto de acciones que contribuyen a aprovechar los recursos forrajeros locales, imita el ecosistema real, aumenta la reforestación, se repueblan zonas rurales abandonadas e incluso favorecen el patrimonio paisajístico. De hecho, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la ganadería es uno de los sistemas alimentarios más sostenibles del planeta.

El ganado vacuno, porcino, ovino, gana en calidad de vida, que se traduce en una mejora de las propiedades de la carne y que además impulsa un avance en el cuidado medioambiental. ¡Tenerlo todo es posible! Imaginemos una vaca que vive en libertad, se come las malas hierbas que normalmente serían recogidas con un tractor -por lo que se evitan ese consumo y las emisiones correspondientes a la vez que reduce el riesgo de incendio forestal-, y además levanta la tierra con las pezuñas, la abona con sus excrementos y esparce las semillas de lo que haya consumido -así ayuda a frenar la desertización y oxigena la tierra-. Y mientras, lo único que realmente ha hecho la vaca es alimentarse, dejando de necesitar piensos producidos mediante combustibles fósiles.

las vacas criadas en libertad contribuyen al medio ambiente

A ello hay que añadir que la actividad ganadera en nuestro país se sitúa muchas veces en zonas de media y alta montaña, y aumentando este sector aumenta la población en zonas rurales que desde hace años han sufrido un fuerte despoblamiento y así se reactiva y dinamiza la región. No en vano las ganaderías tradicionales han sido durante siglos motores de la economía rural en sus respectivos territorios.

Por ejemplo, detrás de los sellos de Indicación Geográfica Protegida de Ternasco de Aragón y Ternera Gallega, se encuentran producciones sostenibles que desarrollan su actividad en equilibrio con la naturaleza -gracias al pastoreo tradicional-, ayudan a mantener la biodiversidad del suelo y crían más y mejores animales.

Así que… ¿hay algo mejor que comerse un filete sabiendo que es un producto responsable y que contribuye a cuidar el medio ambiente?