Platos con quesos semicurados
Seguimos con nuestra serie especial para cheeselovers. Segundo episodio de recetas, en esta ocasión de platos con quesos semicurados. Seguramente son los que más abundan en vuestra nevera, porque en esta categoría entran muchos, aquí están la mayoría de los ‘suaves’, los de lonchas y gustan a toda la familia.
De pasta media o blanda, tiernos… en esta segunda entrega de recetas con quesos vamos a incluir todos aquellos que no hace falta rallar o sacar en lascas, los que cortan sin peligro con un cuchillo casero o son más fundentes que los que aparecieron en el primer especial con curados. Es decir, los semicurados: el Provolone, muchos de los ahumados, los tipo Camembert de corteza blanca, el Zamorano… ¿Empezamos?
Los de toda la vida
Efectivamente, como con los anteriores, con estos quesos más moldeables también podemos seguir haciendo las típicas tablas que tan bien abren y/o cierran una comida cualquiera. Sí, sabemos que con esto también hay debate y nosotros lo solucionamos de una forma muy coherente: los ponemos de aperitivo con frutos rojos; y de postre con membrillo. ¿Alguna queja? Si no recordáis cómo cortarlos para servirlos monos, refrescamos de nuevo el post de corte de quesos.
Y después de la tabla, otra de básicos que nos viene al pelo ahora que estamos en verano: ¡el bikini! O lo que es lo mismo, el sándwich mixto de toda la vida, con jamón cocido y algún queso suave loncheado. Si queremos sofisticarlo un poco, nos vamos a la versión francesa, el croque-monsier, al que se le pone bechamel por encima y se mete a gratinar al horno. Si vamos al otro país vecino también tenemos una versión sobrecargada de este must de las meriendas, pero allí lo comen como plato principal acompañado de patatas. Se trata de la Francesinha, que lleva además carnes, embutidos y se baña en salsa de tomate. ¡Menudo sándwich nos han hecho entre los dos!
Otra receta casi tan fácil como la anterior es la Provoleta, hecha con un queso italiano como es el Provolone, pero popularizado y extendido por los argentinos. Necesitamos una cazuela de barro para hacerlo, sobre la que untaremos un ajo, pondremos unas rebanadas finas de tomate con una pizca de sal y encima la rodaja de este manjar lácteo. Coronamos con algo más de tomate, esta vez picado en daditos, y hojas de albahaca fresca. Si no tenéis, el orégano también le queda espectacular. Al horno unos 20 minutos a 200º ¡y a gozar ‘dippeando’!
Platos con quesos semicurados un poco más elaborados
No es que sean difíciles, pero se salen un poco de lo que ya hemos mencionado y llevan algo más de tiempo, así que ahora nos ponemos el delantal para rebozar, empanar, amasar… Porque otro plato que siempre tenemos en mente, más cuando pensamos en madres o abuelas, son las albóndigas. Sí, la receta básica ya la hemos contado muchas veces, pero también sabéis que nos encanta ponerle sorpresa en el centro, y hoy va a ser un taquito de queso Zamorano. Una vez tengamos boleada la mezcla de carne picada, perejil, huevo y pan rallado -si le echáis-, metéis el dadito de queso y volvéis a cerrar la ‘junta’ como si nada hubiera pasado. Veréis qué rico al fundirse… Aquí también podéis usar ahumados como el de Pría, un Idiazabal que esté tierno -las piezas duras no son agradables de encontrar y además no se derriten-, o afrutados como el Comté que también esté poco ‘hecho’.
Seguimos con la inspiración ‘sandwichera’ pero cambiamos el pan por carne y por verdura en este caso para otros de los platos con quesos semicurados con más incondicionales. Para la primera podemos usar los filetes de cerdo cortados en libro o bien la versión ‘para adultos’, los de ternera especial para cachopo, porque sí, ¡nos merecemos un cachopo! Para el cerdo, cuanto más suave sea el queso, mejor. Podemos usar el semicurado Zamorano o como mucho un Reblochon… e incluso quesitos si es para los más peques. El cachopo de ternera, en cambio, sí que admite quesos con más cuerpo o potentes: el Camembert DOP, Pont L’Eveque DO, o el Puro de cabra Gourmet con cecina… el Gruyere o el Tetilla DOP con lacón, por ejemplo, y el de La Cabezuela queda genial con jamón de pato. También podéis hacer el de toda la vida con un queso de lonchas y jamón serrano, claro… no hemos venido a inventarnos nada. Ideas muy del norte, pero ya sabéis que en el sur hacen su propia versión enrollada de este bocado de carne, jamón y queso y se llama flamenquín.
Y sí, ahora vamos a hacer un ‘cachopo’ con verdura, concretamente con las pencas de la acelga, para hacer cocina de aprovechamiento. Una vez separadas de la parte verde, limpiamos los bordes y las dejamos lo más rectangulares e iguales posible porque iremos haciendo mini sandwichitos de penca-queso-jamón-penca, pero evitando que el queso sobresalga para que no nos la líe en la sartén. Luego lo pasamos por harina, huevo y a freír. Podríamos hacerlo exactamente igual con calabacín. Se hacen incluso cachopos de pescados como la merluza o el salmón… que, por cierto, este último con queso Vidiago ganó el premio al mejor de la Guía del Cachopo 2021 en un restaurante de Valdemorillo. En definitiva, ‘cachopos’ hay muchos, solo hay que echarle imaginación y elegir bien las materias primas. Con cualquiera de nuestros quesos tiernos, loncheados con mimo, acertamos seguro.
Seguimos mezclando el queso con algo de carne, en esta ocasión de pollo. Vamos a hacer unos nuggets caseros picando la carne del contramuslo con un buen cuchillo para que quede lo más pequeño posible. La salpimentamos y añadimos dos huevos para unificar con queso Tetilla picadito muy pequeño, más o menos al mismo tamaño que el pollo. Puedes sustituirlo o combinarlo con Gruyere Fruite, y si andas un poco vag@, usar un sobre de queso para gratinar. Una vez mezclado le damos forma redondeada y aproximadamente de un dedo de grosor, como si fuera un filete ruso, empanamos con huevo y panko y a freír a fuego medio, para que se cocine bien el pollo por dentro. ¡Éxito asegurado!
Bonus track internacional
El último de los platos con quesos semicurados que traemos hoy tiene sabor internacional aunque cada vez son más populares en nuestro país y los encontramos en mil y una cartas de restaurantes. ¿Os animáis a hacer en casa vuestros propios Tequeños? Desde Venezuela con amor, este aperitivo es una locura. ¡Empezamos con la masa! Encontramos muchas versiones y cantidades diferentes, pero nos vamos a guiar por la de El Comidista: 250 g de harina de trigo, 1 huevo, 80 g de mantequilla, 1 cucharadita de sal, otra de azúcar, 60 ml de agua, aceite para freír y unos 300 g de queso duro blanco. Suelen usar uno estilo Llanero, fresco, ligeramente salado y de vaca, que es lo suficientemente consistente y fundente para aguantar sin salirse de la masa. Podríamos hacerlo perfectamente con nuestro Tetilla por ejemplo, que además nos facilita cortarlos a la larga, como si fueran dedos.
Para la masa, hacemos un volcán con la harina y ponemos la sal, el azúcar, el huevo y la mantequilla en punto pomada. Vamos mezclando la harina de los bordes hacia el centro incorporando agua tibia hasta que se quede una masa elástica. La dejamos reposar tapada con un paño en nevera unos 45 minutos. Después enharinamos la mesa de trabajo y vamos haciendo bolitas y estirando hasta conseguir tiras largas y muy finas para enrollar como si fuera una momia cada trocito de queso, cubriéndolos por completo. Se fríen en aceite abundante bien caliente y se pueden mojar en salsa de miel y mostaza, de arándanos… ¿Cómo te gusta más?
Ya solo nos queda un episodio de recetas con queso y serán los más blanditos, de untar… ¿se te ocurre alguna idea que no pueda faltar? Nos encantará incluir tus ideas. ¡Háznoslas llegar en comentarios o por redes sociales!