Refranero carnívoro
Hoy queremos hacer un recorrido por la lengua, pero no la de ninguna res, sino por la que hablamos, nuestro ‘riquísimo’ castellano… y nos adentramos en el magnífico mundo del refranero popular y los dichos que tienen que ver con la gastronomía en general y nuestros productos en particular. Seguro que muchos los conocéis, y nos habremos dejado un millón más fuera que llenarían un puñado de carpetas, pero vamos a aprender algo sobre su origen…
Allá por el S. XVII, en el año 1616, el médico español Juan Soparán de Rieros, experto en paremiología, -que es la disciplina que estudia los refranes y los proverbios-, escribió una obra titulada ‘La medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua’, un libro recopilatorio de refranes de medicina relacionados con gastronomía. Con una finalidad didáctica, era original ya que mezclaba su experiencia médica con el refranero popular para hacer llegar al público de una forma más directa y clara consejos sobre dieta, higiene, alimentación, etc. Como es largo de resumir y seguro que os hemos despertado la curiosidad, os dejamos por aquí un enlace al libro completo que alguien se ha preocupado de conservar y escanear: La medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua. Y ahora ya… ¡al turrón!
Hay refranes que nos hablan de la forma incorrecta de cocinar los alimentos… “Carne cocida, me da la vida, carne vuelta a cocer, no la puedo ver”. O de qué animales son mejores que otros, aunque seguro que tenemos mucha gente en desacuerdo… “Buena es la carne de perdiz, pero mejor la de codorniz”. Y efectivamente, para gustos los colores como este otro que dice que “Por eso se vende la vaca; porque uno come la pierna, y otro la falda”. Además de gustos, también antiguamente sabían de la importancia de la calidad… “Más valen dos bocados de vaca que siete de patata”.
Y es que, aunque nosotros no paramos de hablar de las bondades de la carne, y lo beneficioso que es para la salud, gracias a sus vitaminas del grupo A, B y D, consumirla de forma moderada es bueno para nuestro organismo y así nos lo dice nuestro refranero… “Come buena carne y bebe vino añejo y te lucirá el pellejo”; “Caldo de gallina y precaución nunca hicieron daño a hembra ni a varón”.
Porque como todo, el abuso de ciertos alimentos no es sano, incluso la sabiduría popular nos habló de ello: “Carne de oca, poca; y si de comerla no tienes gana, eso ganas”, aunque a veces fueran un poco tremendistas… “Si quieres ver a tu marido enterrado, dale a cenar carnero asado”. Según con qué lo aliñes, ¿no?
Si pensamos en el cerdo, seguro que se os vienen varios a la cabeza directamente… “Del cerdo hasta los andares”, “A todo cerdo le llega su San Martín”; “Si el cerdo volase, no habría ave que le ganase”; Todo es bueno en el cochino, desde el hocico al intestino”.
Porque del cerdo hay unos cuantos refranes, pero si nos centramos en el jamón solamente, la verdad es que podríamos estar aquí durante largo tiempo enumerándolos, y no acabaríamos… “De la mar, el salmón, y de la tierra, el jamón”; “Cuando no hay ni jamón ni lomo, de todo como”; ”Entre pueblo y populacho hay la misma diferencia que entre jamón y gazpacho”; “Jamón empezado, pronto mediado; jamón mediado, pronto acabado”; “Más infieles hizo cristianos el tocino y el jamón, que la Santa Inquisición”; “Olla con jamón y gallina, a los muertos resucita”; “Yo me atraco de jamón, y el envidioso sufre la indigestión”; “Agua poca, y jamón, hasta la boca”; “Con dinero en el bolsillo, buen jamón y cochinillo”…
Y algo que todos los sibaritas de hoy y de siglos pasados saben es que la carne en general y el jamón en particular hay que maridarlos adecuadamente. El agua es muy sana para la salud, sí, pero una copita de vino con este producto tan nuestro, sabrá mucho mejor. Fijaos en la cantidad de dichos en torno a estos dos productos: “A la carne vino, y si es jamón, con más razón”; “Agua y pan, comida de can, pan y agua, carne y vino, comida de peregrino”; “Jamón y vino, bálsamo divino”; “Al jamón de tocino, buen golpe de vino”; “Al viajero jamón, vino y pan casero”, “Allí se me ponga el sol, donde me den vino y jamón”; “Con jamón y buen vino se anda el camino”; “Dijo el jamón al vino: aquí te espero, buen amigo”, “Jamón y vino viejo, estiran el pellejo”; “Quien toma vino y jamón, no padece del corazón”; “Pon vino y jamón crudo, y verás quién es cada uno”. ¿Seguimos, o ya os dais cuenta de lo bien que armonizan?
Seguro que algunos de estos refranes os han abierto el apetito y que un poco de jamón se os ha antojado, ¿no? Pues acabamos con un dato útil: ¡el enlace a nuestros ibéricos!