Protocolo navideño
En realidad saber cómo poner y comportarse en una mesa nos sirve para cualquier momento en la vida y es algo que nos empiezan a enseñar de pequeñitos -a no poner los pies en la silla o tumbarse sobre la mesa, cómo se pone la servilleta y en qué orden se usan los cubiertos- pero much@s se quedan en el nivel iniciación… ¡y eso no puede ser! Una cosa es relajarse en casa propia, pero hay que guardar la compostura en las ajenas, y demostrar un poco de arte si somos nosotros los anfitriones. ¿Tomáis nota?
Para que no se nos escape nada, contamos con la asesoría de Isabel Aires, nuestra responsable de comunicación, que como experta en el mundo gastro y anfitriona en más de 6.000 mesas en los últimos 15 años como ha revelado en su participación en el primer eBook de Fans del Vacuno, sabe bastante de esto…
De cara a este 2020 hay que tener en cuenta detalles extra como no juntar a más familiares de los permitidos a la vez por cuestiones sanitarias… así que con un poco de suerte hay un cuñado que se queda fuera de la ecuación. Eso sí, a los que estén hay que tratarles bien, pero tampoco como marqueses. Que alguien vaya a tu casa a comer o cenar, no significa que vaya a mesa puesta -tomad nota los invitados-. Hay quien se siente incómodo de brazos cruzados y una pequeña colaboración para llevar entrantes a la mesa; dejar que la gente pueda coger su propia bebida, el hielo o cortar el pan, nos vendrá bien y hará sentirse ‘útiles’ a esas personas. Norma nº1 para estas reuniones -por si no habéis tenido suficientes malas experiencias ya hasta ahora…-: evitar temas comprometidos como política, fútbol o el futuro de los adolescentes de la familia… ¡Tengamos la fiesta en paz! Este año se suma un trending topic a evitar: EL COVID. Intentemos dejarlo fuera de la mesa en la medida de lo posible, porque seguro que hay opiniones contrarias hasta para eso, y se trata de celebrar que estáis juntos, no de amargarle la cena a nadie. Os proponemos que cada invitado escriba en un papel algún tema del que le gustaría hablar -el verano que se conocieron, los planes de futuro, una buena nueva, alguna historia de mili también valdría…- y que cuando la conversación se tuerza hacia algo controvertido, alguien saque un papelito y se cambie a ese. ¿Qué os parece?
Vamos ya al turrón -literalmente no, eso de postre-. Lo primero, según nuestra asesora, es no usar vajilla desechable por muy informal que vaya a ser la reunión, ni tampoco la rayada de diario por el lavavajillas. Si tenemos una buena, es el momento de usarla, que en la alacena no pinta nada. El orden de las copas siempre tiene que ser de izquierda a derecha según se vayan a usar y ojo, porque hay controversia o ‘dos escuelas’. Lo que está claro es que la primera siempre es la de agua; después, según la vieja escuela, es la de vino tinto, luego la de blanco y por último la de las burbujas; pero la nueva dice que tienen que ir en el orden en que se vayan a servir y punto. Ya no existe eso de que el tinto para la carne y el blanco para el pescado, y se puede maridar una comida entera con diferentes blancos por ejemplo… Si no hay mucho espacio se pueden colocar ligeramente en diagonal, pero siempre frente al plato de cada uno; y a la izquierda de este, el platillo de pan. La forma de colocar los cubiertos también tiene un porqué. Se colocan a ambos lados en orden de uso de fuera hacia adentro. Es decir, en los extremos irán los de los entrantes / primeros, después pescado, luego de carne… a la izquierda irán los tenedores y a la derecha las cucharas y cuchillos -es decir, tal y como las cogemos- y en orden según vayan a salir los platos. Los de postre se colocan justo delante de las copas, horizontales y paralelos al comensal detrás de su pila de platos, que sí, suelen ponerse muchos para ir retirando según se come. Lógicamente el llano más grande irá abajo -si vamos sobrados de recursos, lo ideal es usar uno mayor decorativo debajo y para comer se pondrán dos, aunque sean del mismo tamaño si hay carne y pescado-, encima el hondo -siempre ha de haber un llano debajo y si se mancha, se cambia-, y los platitos de aperitivo, copas de cóctel, etc. Podemos currarnos una forma bonita de poner las servilletas -a ser posible de tela-, pero no hace falta venirse arriba y esculpir un cisne. Un rollito sobre el plato con un cordón bonito será suficiente.
Y hablando de decorar, intentaremos que los colores sean más o menos uniformes o como mucho combinar dos tonos, tanto en vajilla como mantelería y si tenemos espacio suficiente, podemos hacer un centro bonito o algún detalle para poner el nombre de cada invitado y ubicarle en su respectivo sitio (ahora es fácil, lo ideal es juntar por núcleos familiares). Hay mil tutoriales en internet y también artistas del tema que dan cursos por estas fechas para dejar la casa de revista. Entre los elementos que podemos usar están las ramas del campo (sin bichos, por favor), de acebo, de pino, helecho, musgo, piñas, eucalipto, naranja deshidratada, atadillos de palos de canela, flor de algodón, muérdago, acebo… podemos sumar una vela grande y bonita en el centro y atarlo todo con cuerda de lino o estraza. Eso sí, cuidado con los olores: el eucalipto, la canela o la vela, cuanto menos aromáticos, mejor, lo ideal es dejarlos secar tiempo antes. Un batiburrillo puede ser desagradable y además enmascarar los sabores del menú, aunque lo normal es que cuando llegue la comida, el centro y los adornos estén fuera de la mesa.
Cierto que en estas fechas nos juntamos por encima de nuestras posibilidades y no todo el mundo tiene una mesa para banquetes en casa, pero es importante no saturarla demasiado. No hay que poner TODA la comida a la vez en la mesa, ¡que se vea el color del mantel, por favor! Ah, y que esté bien planchado y sin lamparones no hace falta decirlo, ¿verdad? Para evitar la superpoblación de ingredientes, si tenemos, podemos poner en una mesa auxiliar diferente los aperitivos mientras la otra ya está lista para cuando nos sentemos… Un lomo ibérico de cebo, una tablita de quesos con alguno de los acompañamientos que os contábamos la semana pasada, un poco de micuit… que la gente vaya abriendo boca y que nunca falte la bebida. Después de decirles dónde dejar el abrigo y darles gel hidroalcohólico, lo siguiente es preguntarles qué quieren tomar.
Si hay niños podemos organizarles una zona para que también se entretengan adaptando los elementos a su edad: con unos cuantos colores, folios o bloques para hacer figuras la mayoría estarán encantados. No hay que olvidarse de tener bebidas sin alcohol ni burbujas para ellos y frente a su plato, podemos poner solo un vaso estable para evitar catástrofes.
Importante no adelantarse a recoger cuando todavía hay gente comiendo alguno de los platos. Hay que esperar siempre para no presionar, no hay prisa -siempre que no nos de la 1:30…- y si nos quieren ayudar, no hay por qué negarse en rotundo. Nos vendrá bien una mano y evitaremos otra vez que algún invitado se sienta incómodo. Una vez recogidos los platos y cubiertos, dejaremos las copas que se estén usando aún y sacaremos el postre, los dulces navideños correspondientes y ofreceremos café y/o copa -¡a quienes no conduzcan, por favor!-. Que no falte de nada y lo más importante, que no falte nadie el año que viene…
¡Felices fiestas!