Carrilleras de cerdo ibérico: de la indiferencia, a la excelencia
De sabor y textura peculiares, las carrilleras de cerdo ibérico han pasado, casi del olvido, a rayar la excelencia en las cocinas de los más reconocidos chefs.
¿Sabías que no hace tantos años, la carrillera o carrillada solo la preparaban las humildes amas de casa, que reconocían una carne de calidad a un módico precio, y algunos cocineros de restaurantes modestos?
Las podías comprar en las casquerías, un sector infravalorado por el gran público… hasta que fue ponderado por varios chefs de prestigio.
Y como suele acontecer con un producto de calidad, hoy son muy apreciadas, debido a las recetas innovadoras y excepcionalmente creativas de los cocineros más top.
Son tendencia por rescatarlas de tabernas, tascas y casas de comidas tradicionales, para relanzarlas con un nuevo e irresistible aspecto. Quién lo hubiera dicho hace unos años, ¡la casquería, de moda!
¿Qué son las carrilleras?
Pertenecen a la parte carnosa de la cara de vacas, cerdos y bueyes –sus mejillas–. Las carrilleras son los músculos maseteros –de la mandíbula–, una carne con vetas de grasa perfectamente mezcladas.
Son carne magra, pero muy jugosa y gelatinosa, y solo existe una definición más conocida en el ‘Diccionario Culinario’, pero exclusiva para pescados: las kokotxas –cocochas–.
Y siempre y cuando su cocción sea lenta y dilatada –dos horas como mínimo–, dependiendo de su procedencia, preparación y tamaño, degustarás un producto delicadamente tierno y de particular sabor.
El tamaño depende del animal. Las de cerdo ibérico –de corte sencillo, en comparación con muchas otras piezas del cerdo– suelen pesar unos 200 g, y las de ternera unos 400 g.
Cómo cocinarlas
Para conseguir unas carrilleras de cerdo ibérico perfectas, solo debes tener claras dos cosas:
- Escoger buen género, –primordial–.
- Cocinarlas a temperatura no muy alta durante bastante tiempo, pero con cuidado de no pasarse –ya que perderían gelatina y sabor–.
Aunque es deliciosa la clásica con vino tinto, tienes recetas con ingredientes como el chocolate, setas, miel y romero, castañas, manzanas, aceitunas… que no te dejarán indiferente.
Si tu ritmo de vida te impide poder vigilar un guiso durante más de dos horas, la olla a presión –o rápida, o express– en algo más de 25 m, dejará tus carrilleras tiernas y jugosas.
¿Qué podemos esperar de la nueva casquería?
Creatividad: dar una nueva vida a estos productos y pensar en nuevas maneras de presentarlos al paladar, vistos desde otra perspectiva.
Cuidado y profesionalidad: cocinar productos de casquería, requiere de mucho tiempo de cocción –hasta 5 horas–, dedicación, cuidado y mucha atención durante todo el elaborado.
Multiculturalidad: importar nuevos conceptos, ingredientes y experiencias. Visitar diferentes tradiciones gastronómicas que han elaborado con elementos de casquería, como por ejemplo…
- Haggis escocés. Con pulmón, estómago, hígado y corazón de cordero.
- Choesels típicos de Bruselas, con criadillas de toro o páncreas y tripa de ternera.
- Anticuchos peruanos, brochetas a la parrilla con corazón de vaca o buey.