¿Por qué deberíamos comer más cerdo?
La carne de este animal es una de las principales fuentes de proteínas y aunque mucha gente la puede tener apartada de su dieta porque cree que tiene demasiada grasa, esta creencia es errónea y además el cerdo, si es de calidad, cuenta con múltiples beneficios.
Además de las proteínas que hemos mencionado, contiene tiamina –que contribuye a mantenernos activos-, vitamina B3 –que disminuye el cansancio y la fatiga-, niacina –fundamental para el crecimiento-, rivoflavina y vitaminas B6 y B12 –para el sistema inmunitario-. A esto debemos sumar su alto contenido en hierro –que contribuye al desarrollo cognitivo de los niños-, zinc –primordial frente al daño oxidativo-, fosforo –para el crecimiento de huesos y dientes-, magnesio y potasio –que se encarga del correcto funcionamiento de los músculos-.
Además, es cierto que ‘del cerdo hasta los andares’ y por ello hay muy diversas zonas con diferente contenido en grasa. En general, la carne de cerdo es rica en grasas monoinsaturadas y ácido oleico, que ayuda a mantener unos niveles adecuados de colesterol ‘bueno’ y a bajar los niveles del ‘malo’. Por ejemplo el lomo -que cuenta con aproximadamente un 3% de contenido graso-, es una parte muy tierna y sabrosa y fácilmente digerible.
Y es que la Organización Mundial de la Salud y la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea la incluyen en la categoría de carnes blancas y se recomienda tomarla entre 3 y 4 veces a la semana. La diferencia nutricional fundamental entre carne roja y blanca es la cantidad y calidad de la grasa que contiene, mucho menor en la última. Por eso se consideran carne blanca también el pollo, el conejo, el pavo y el cordero (cuando es joven).
Debemos considerarla una buena aliada de la alimentación saludable y está asociada con menor riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Asimismo, el cerdo está muy arraigado en nuestra cultura gastronómica y muy presente en nuestra dieta mediterránea, siendo utilizado por grandes chefs. Podemos encontrarlo de muy distintas formas, ya sea carne fresca (cinta de lomo, costillas, chuletas de aguja, solomillo) o en forma de sabrosos jamones y embutidos.
¿Probamos con los productos ibéricos?
Otra gran opción son los productos ibéricos, muy selectos, como la presa, el secreto, la pluma o la carrillera. Nuestros cerdos ibéricos se crían en las mejores fincas situadas en plena montanera donde realizan más ejercicio y se alimentan de gran variedad de hierbas que ingieren en la dehesa y de bellotas. Esto hace que tenga unas características genéticas diferentes, como su elevado contenido en ácido oleico que supera al 65%. Esta carne no sólo es más sabrosa, sino que también es muy saludable, ya que al contrario de lo que se pueda pensar posee ácidos grasos beneficiosos para el sistema cardiovascular y unos niveles inferiores de grasas saturadas.